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El día 5 de marzo…

… me levanté tempranito porque a las 8:50 tenía que ir a hacerme una ecografía a la seguridad social. Me había duchado la noche antes y me fui sin desayunar para no perder mucho tiempo y poder dormir unos minutos más, soy muy dormilona. Así que me vestí, me puse la mascarilla y cogí el coche para acudir a la cita. Tenía un montón de curiosidad por saber cuánto peso había puesto Luki en las últimas tres semanas, ya que todo el mundo me decía que venía bastante grande y mi marido pesó al nacer 4,125 kg. A mí no me daba miedo traer al mundo un bebé grande, así que estaba deseando que me dijeran que venía gordito.

Nada más llegar al centro, salió una enfermera para coger mi cartilla de embarazo y a los dos o tres minutos me invitaron a pasar. Siempre llegaba a esa consulta con el aliento entrecortado porque para no coger el ascensor, subía tres pisos por las escaleras con la mascarilla puesta, y eso estando embarazada de casi 39 semanas, corta el aliento. Me sorprendió mucho y me quedé un poco “chof” cuando me dijeron que había puesto 29 míseros gramos. Según ellos pesaba 2,929kg, y me tranquilizaron diciendo que aunque no hubiera cogido peso estaba todo dentro de los parámetros normales, pero yo pensaba que había habido algún error. Como ese mismo día a las 19:30 tenía cita en el hospital privado para hacerme la misma ecografía (que ya me habían pospuesto dos veces, por cierto) pues estaba algo más tranquila porque así podría comparar y quedarme con el peso que más me gustara jejeje.

Así que al salir compré chocolate con churros y me fui a casa. Cuando llegué mi hija y mi marido ya estaban en la cocina desayunado y se alegraron al ver los churritos. Mientras desayunaba hablé sobre las dificultades del inicio de la lactancia con mi amiga Tama que hacía tres días que había sido mamá por segunda vez.

A las 13:00 tenía cita con María, mi fisio de suelo pélvico, para un masaje perineal y ensayar los pujos con el epi-no. En este segundo embarazo no estaba siendo tan constante con los masajes porque como ya teníamos otra niña que necesitaba nuestra atención, pues había menos tiempo para mí. Aunque los masajes no suelen ser muy agradables, siempre disfruto de la compañía de María y estuvimos hablando de muchas cosas relacionadas con el embarazo, el parto, los sanitarios, etc. Cuando acabamos me fui a casa y después del almuerzo me eché la siesta.

Por la tarde mi marido salió un rato al parque con mi hija y yo me quedé mirándome unos apuntes del curso de lactancia para hacer tiempo hasta la siguiente ecografía. Cuando llegó el momento me arreglé y me fui. El centro de salud privado al que iba está muy cerca de mi casa, así que pude ir andando. Esta vez tuve que esperar media hora para que me atendieran, pero estuve hablando con mi madre y mis doulis por whatsapp y se me hizo corto.

Cuando llegó mi turno le expliqué a la ginecóloga lo del peso aparentemente estancado de Luki y nos dispusimos a hacer la ecografía para salir de dudas. Repitió las mediciones varias veces para estar bien seguras y en todas salía de 3,400 a 3,500 gr., eso ya me convencía más. Faltaban una semana y un día para salir de cuentas y mi hija mayor pesó 3,480 gr. así que todo encajaba. Me dijo que veía a Luki muy bajito y me preguntó si había tenido contracciones y quería que me explorara. Le dije que no había tenido ninguna contracción, ni siquiera de braxton hicks y que prefería que no me explorara porque aún faltaba para que saliera de cuentas y no había síntomas de que me fuera a poner de parto.

Total que me fui a casa muy contenta con el “nuevo peso” de Luki y por el camino llamé a mi madre para contárselo, porque se había quedado preocupada por el peso bajo de la eco de la mañana. En la puerta de mi urbanización me encontré con mi vecina Lola, que salía de cuentas ese día y comentamos un rato como estábamos y si ella sentía que el bebé fuera a nacer pronto y también me dijo que estaba haciendo la noesiterapia que yo le había recomendado. Cuando nos despedimos me dijo su marido que le había dicho a Lola que a ver si al final tenía yo al bebé antes que ella, y me reí y le dije que no se preocupara que al mío aún le quedaba un buen rato en el horno.

Esa noche cené poco porque los churros del desayuno llevaban todo el día dándome ardores. Volví a hablar con mi amiga Tama que me mandó una foto de ella con su bebé sobre su pecho y me dijo “ya mismo estás tu así”. Me enterneció mucho y me alegró pensar que lo que decía era verdad, que pronto tendría a Luki sobre mí y podría olerlo y besarlo.

Nos fuimos todos a dormir y yo me quedé un rato más despierta en la cama, como venía haciendo desde hacía unas semanas, leyendo los apuntes del curso de lactancia y haciendo una tarea. Esa noche sólo escuché el audio de la noesiterapia porque estaba ya muy cansada para escuchar el de hipnoparto también, que es más largo. Algo antes de las 2 de la madrugada me levanté para hacer pis, y cual fue mi sorpresa cuando estando sentada en el wc dejé de hacer pipí pero siguió cayendo líquido. ¿Podía ser verdad? ¿Había roto aguas? Esperé un rato porque salía un chorrito como de pipí, y en mi primer parto fue sentarme en el wc y romperse la bolsa de golpe en plan “plooof”. Recuerdo que pensé “no puede ser, tengo mucho sueño, quiero irme a dormir otra vez, voy a hacer eso, irme a dormir” pero no podía ser, estaba claro que tenía una fisura en la bolsa y Luki había decidido que había llegado el momento de que nos conocieramos.

Continuará…

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